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Sony XV900: la bocina brava que sacude paredes (y vecinos)

 Te voy a contar lo que pasa cuando una marca como Sony se pone seria con eso de armar fiestas. Olvídate de las bocinitas Bluetooth que apenas y suenan más que tu celular. La Sony XV900 llegó como quien no quiere la cosa… y terminó siendo la reina de la pachanga. Este monstruo de bocina no es cualquier cosa: está tan grandota y tan ruidosa que no sabes si poner reggaetón o llamar a los bomberos.

Sony XV900 (imagen: integracionempresaria.com.ar)

Cuando te la topas por primera vez, no puedes evitar pensar: “¿Y esto es una bocina o una torre de control?”. Y no es exageración. Es alta, es pesada, y sí, es de esas que tienes que mover con cuidado porque si te cae en un pie, ya valiste. Pero todo eso se le perdona cuando la prendes y se empieza a sentir ese pum-pum-pum en el pecho, ese que te dice “agárrate porque aquí empieza la fiesta”.

El diseño es puro músculo. Sony no se anduvo por las ramas con detalles finolis ni curvas estilizadas. Esto es un cañonazo de bocina, diseñada para sonar fuerte, claro y hasta hacer temblar los vidrios. Tiene un acabado robusto, negrito elegante, y luce como esos altavoces de concierto que ves en los escenarios. Además, le metieron luces LED que cambian al ritmo de la música, porque ya sabes, si no parpadea como antro, no es fiestón.

Ahora, lo que suena, suena. Y suena con ganas. Esta bocina viene armada con un sistema de tres vías, o sea: agudos, medios y graves bien separaditos para que no se embarre el sonido. Y la neta, sí se nota. Los bajos son tan potentes que cuando pones una rola sabrosona, puedes sentir cómo retumba el suelo. Es ese tipo de sonido que no solo se escucha, sino que se siente en el cuerpo. Los medios están decentes, y los agudos tienen buena presencia, aunque si te pones muy exigente, puede que sientas que el balance no es de estudio de grabación. Pero a ver, tampoco estamos hablando de una bocina para audiófilos, sino de una para prender el ambiente.

Y ya que hablamos de ambiente, hay que decirlo: la XV900 está pensada para fiesteros de hueso colorado. No para los que le bajan al volumen a las 10 de la noche por respeto a los vecinos. No señor. Esta bocina es para el que le gusta el desmadre y no le teme a la policía. De hecho, trae una función que se llama "modo fiesta", que es básicamente como decirle al aparato: “dale con todo, sin miedo al éxito”.

Trae también un ecualizador manual, para que tú mismo le metas mano al sonido y lo ajustes como te gusta. Si eres de esos que les encanta meterle más bajo al reggaetón o más agudo a las cumbias, aquí puedes jugarle al DJ sin broncas.

Una de las cosas más chidas que tiene es su autonomía. La batería, según Sony, puede aguantar hasta 25 horas de música non-stop. Obviamente, eso si no te la pasas todo el tiempo en máximo volumen con luces y efectos, pero aun así, la duración está muy decente. O sea, sí aguanta una fiesta larga sin estar buscando enchufe como si fuera cargador de celular.

Sony XV900 (imagen: www.pasionmovil.com)

Hablando de enchufes, también puedes conectar guitarras y micrófonos directamente. Esto la convierte en algo más que una bocina: es una pequeña consola portátil para eventos, tocadas o karaoke. Y sí, viene con sus botoncitos para efectos de voz, eco y demás jaladas que hacen que hasta el más tímido se anime a echarse un palomazo de “El Rey”.

En temas de conectividad, se rifa también. Puedes usar Bluetooth, entrada auxiliar, USB y hasta conexión óptica para conectarla a una tele y hacer que las películas suenen como si estuvieras en un cine casero. Aunque, la neta, este aparato es más para usarlo en espacios amplios. No es algo que pongas en tu recámara para escuchar lo-fi chill beats pa’ estudiar.

¿Y qué hay del precio? Pues mira, ahí es donde muchos se quedan pensando. La Sony XV900 ronda los 20 mil pesos mexicanos, dependiendo de dónde la compres. Y sí, es un billete. No es para todos los bolsillos. Pero si lo tuyo son los reventones, los bailes en la terraza, o los domingos de fútbol con sonido que truena, puede que valga cada centavo. Aunque eso sí, si solo quieres algo pa’ poner música en el baño mientras te bañas, esta es como matar moscas con cañonazos.

En cuanto a movilidad, tiene sus truquillos. Viene con ruedas y una agarradera tipo maleta, como para que no sufras tanto moviéndola. Pero eso sí: no te la vas a llevar a la playa cargando en la mochila. Está pesada, grandota, y ocupa su lugar en el coche.

Otro detallazo que no se puede dejar pasar es que tiene tecnología Party Connect, o sea, puedes conectar varias bocinas compatibles de Sony y hacer que suene todo parejo, al mismo ritmo. Ideal si tienes una terraza, un salón, o simplemente eres de esos que no se conforma con poquito.

¿Y lo malo? Pues como todo en esta vida. Lo primero, el tamaño y peso pueden ser un pedo si no tienes espacio o si vives en un departamento donde hasta los ronquidos se oyen por las paredes. Otra cosilla es que el precio la pone fuera del alcance de muchos, y honestamente, por esa lana puedes armarte un buen sistema de audio más versátil… pero no tan fiestero. También se ha comentado que a volúmenes extremos, el sonido puede saturarse un poco en los agudos, aunque eso ya depende del oído de cada quien.

En resumen, la Sony XV900 no es cualquier bocina. Es para quienes no se andan con medias tintas. Para el que le gusta armar la peda con todo. Para el que le vale si los vecinos duermen o no. Es ruidosa, poderosa y hasta intimidante. No es la más práctica, ni la más barata, pero sí una de las más ruidosas del mercado.

Eso sí: si te haces de una, prepárate para ser el alma de todas las fiestas. Porque una vez que le subes todo el volumen y la música empieza a reventar, ya no hay vuelta atrás. Y si alguien se queja, pues ya sabes… “nomás le bajamos tantito… tantito más… y ya”.


Fuentes consultadas:

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