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¿Qué rayos está tramando Meta ahora?

 Imagínate que un día estás bien tranquilo, viendo memes en el Feis o mandando stickers en el Whats, y ¡zas! te llega un mensaje de un bot que ni conoces, que ni pediste, y que ya está hablándote como si fueran compas de toda la vida. Pues sí, compadre, eso es lo que está haciendo Meta ahora. La empresa de Zuckerberg —sí, esa misma que maneja Facebook, Instagram y WhatsApp— se está poniendo bien creativa, o mejor dicho, bien entrona, con una nueva estrategia: chatbots que te escriben sin que les des chance.

Imagen ilustrativa generado con inteligencia artificial (Gemini)

Así como lo oyes. Meta lanzó unos bots con inteligencia artificial que se sienten bien listos y ahora tienen la “libertad” de mandarte mensajes directito a tu bandeja, sin que tú les des clic ni permiso. Dicen que es para “mejorar la experiencia del usuario”, pero la banda ya anda sacada de onda porque se siente más como un acoso digital que como un servicio útil. ¿Hasta dónde vamos a llegar?

Chatbots con iniciativa: ahora te hablan sin decir agua va

Mira, antes los bots eran como esos meseros que sólo vienen si los llamas. Te metías a una página o app, picabas el ícono del chat y ¡pum!, te salía un asistente que te decía: “Hola, ¿en qué puedo ayudarte?”. Pero ahora, con el nuevo rollo de Meta, esos bots ya no esperan tu señal. Ellos solitos te mandan mensaje, como ese ex que no supera la ruptura.

La cosa va así: Meta está probando bots de IA que te contactan de la nada. Ya sea para recomendarte productos, ayudarte con funciones de la app o hasta para que no dejes de usar sus plataformas. Por ejemplo, si andas muy callado en WhatsApp, el bot podría decirte algo como “¡Hey! Hace rato que no hablas con fulanito, ¿quieres mandarle un saludo?”. Y pues, aunque suene inofensivo, a muchos les pareció medio invasivo. Porque una cosa es usar la app, y otra muy distinta es que la app te use a ti como experimento.

¿Privacidad? Ajá, con bots que se meten hasta la cocina

Aquí es donde empieza lo bueno, o lo turbio, según se vea. Porque lo que prende los focos rojos es el tema de la privacidad. ¿Qué tanto saben estos bots de ti? Pues todo lo que tú ya le diste a Meta. Tu nombre, tus hábitos, tus contactos, tus horarios, tus gustos, lo que ves, lo que compartes, lo que callas… todo eso es carnita fresca para los algoritmos.

Entonces, no es como que el bot esté adivinando a ciegas. Tiene un perfil bien hecho de ti, y por eso sabe cuándo meterse, qué decirte y hasta con qué tono. Suena a película de ciencia ficción, pero no lo es. Ya está pasando. Y aunque Meta dice que todo es con buena intención, para muchos se siente como si un desconocido se metiera a tu casa sin avisar, nomás para “saludarte”.

¿Qué quiere Meta? No te vayas, carnal

Ahora, ¿por qué hace esto Meta? La respuesta es simple y bien cruda: no quiere que te vayas. Está viendo cómo otras apps, como TikTok o hasta nuevas redes descentralizadas, le están comiendo el mandado. La gente ya no pasa tanto tiempo en Instagram como antes, y Facebook, aunque sigue vivito, ya no es el rey de la fiesta.

Entonces, lo que busca Meta es que no cierres la app. Que sigas ahí, pegado, scroll tras scroll, mensaje tras mensaje. Y si eso significa que un chatbot te eche la platicada, pues que así sea. Total, si no hay humanos disponibles, los robots entran al quite.

La estrategia no es nueva en el mundo digital, pero lo que hace ruido es que aquí no hay un “¿quieres activar esta función?”. Simplemente lo hacen. Como quien dice, ni te preguntan, nomás te avientan el paquete.

El poder de los bots: inteligencia artificial con sed de atención

Hablemos un poco de cómo funcionan estas “inteligencias artificiales”. No son bots bobos como los de antes que nomás repetían frases. Estos ya aprendieron del chisme, de las indirectas, de la psicología básica, y hasta de tus publicaciones más vistas. ¿Cómo? Pues con machine learning, o sea, aprendizaje automático.

Meta lleva rato entrenando a sus bots para que entiendan mejor cómo hablamos los humanos, cómo reaccionamos, qué nos motiva, qué nos agüita. Les mete toneladas de datos y los hace practicar miles de conversaciones hasta que parezcan reales. Y sí, a veces hasta engañan a más de uno. Porque contestan rápido, con sentido, con emojis y hasta con humor. Así que cuando te escriben, ni te das cuenta de que no es una persona.

Y eso es justo lo que busca Meta: bots que no parezcan bots, que se sientan “amigables”. Pero no te confundas, amables no es lo mismo que inocentes. Estos bots quieren mantenerte enganchado, aunque sea con conversación artificial.

Imagen ilustrativa generado con inteligencia artificial (Gemini)

¿Meta se pasó de lanza? Las reacciones no se hicieron esperar

En cuanto se filtró esta movida, las redes se prendieron. Hubo quien dijo “¡qué miedo!” y otros que se burlaron: “ya ni mis compas me pelan, y ahora los bots me hacen más caso”. Pero en el fondo, la preocupación es real. Porque esto no se trata de bromas, se trata de hasta dónde vamos a permitir que las empresas tecnológicas se metan en nuestra vida.

Muchos usuarios han pedido a gritos que se incluya una opción para desactivar estos mensajes automáticos. Porque una cosa es interactuar con una IA cuando quieres, y otra muy distinta es que te interrumpa sin avisar. Es como si el microondas te hablara para recordarte que hay sobras en el refri.

¿Y mi privacidad apá? Lo que realmente está en juego

Meta asegura que estos bots cumplen con sus políticas de privacidad. Pero ya sabemos cómo es eso: letra chiquita, términos confusos y permisos que aceptaste hace mil años sin leer. Lo cierto es que cada interacción que tienes con la app se convierte en un dato más para alimentar al monstruo del algoritmo.

El problema no es sólo el presente, sino lo que vendrá. Porque si hoy los bots te mandan mensajitos “amables”, mañana podrían presionarte para comprar algo, tomar decisiones o modificar tu comportamiento digital. Y ahí ya no estamos hablando de servicio, sino de manipulación.

Detrás de la cortina: ¿cómo entrenan a estos bots?

Aquí es donde Meta se pone técnico. Los chatbots de Meta están entrenados con modelos de lenguaje muy avanzados, similares a los que usan otras grandes empresas de IA. Usan datos anónimos (según ellos), conversaciones públicas y simulaciones para “enseñarles” a responder.

Pero el entrenamiento no es pasivo. También hay supervisión humana. Hay gente que se dedica a revisar lo que dicen los bots, a corregirlos, a guiarlos. Como si fueran chamacos en la escuela. Y si un bot empieza a decir incoherencias o cosas indebidas, lo suspenden o lo ajustan.

Así que no, no es magia. Es chamba dura, muchos servidores trabajando 24/7 y un ejército de programadores afinando detalles. Todo para que cuando tú abras la app, el bot te hable bonito.

¿Qué viene después? Meta no se va a detener

Si algo ha demostrado Meta es que no se duerme. Cuando le llueven críticas, hace ajustes, pero sigue adelante. Así que no te sorprendas si en unos meses estos bots ya no solo te escriben, sino que te mandan audios, te mandan stickers, o hasta reaccionan a tus publicaciones sin que tú digas ni pío.

Y como toda tecnología, esto se va a expandir. Quizás pronto veamos bots de Meta en el Messenger, en los comentarios de Instagram, o ayudándote a editar tus fotos. Tal vez hasta te armen una historia con tus propias publicaciones. Todo por retenerte, por evitar que te vayas con la competencia.

¿Estamos listos para convivir con bots que se creen humanos?

Esa es la pregunta del millón. ¿Queremos un internet lleno de bots que hablan como personas? ¿Estamos cómodos con que una empresa tenga tanto acceso a nuestras rutinas? ¿Nos importa o ya nos resignamos?

Porque una cosa es clara: esto no es el futuro. Ya es el presente. Y si no decimos nada, si no exigimos opciones claras de privacidad y control, lo más probable es que estos bots se vuelvan parte normal de nuestra vida digital.

Quizás en unos años ni notemos la diferencia. Quizás le contemos nuestros secretos a un bot sin darnos cuenta. Y entonces sí, agárrate, porque estaremos viviendo en un mundo donde las conversaciones humanas ya no son cosa de humanos.


Fuentes consultadas:

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